Las puertas del año


En los antiguos mitos griegos a los equinoccios y a los solsticios se les llamaba “puertas”, pues se consideraba que la concentración de energía de esas fechas -que implican cambios de estación- abrían portales de energía en el mundo, permitiendo el acceso a otras dimensiones y la comunicación interdimensional, bien sea para permitir la entrada de quantums energéticos o para aprovechar de drenar energías acumuladas en el planeta.

La importancia de tales portales -reconocidos y venerados por milenarias culturas- radica en la forma cómo podemos aprovecharlos para sintonizar con la Ley Universal del Ritmo. Una canalización de www.selacia.com dice: 
¿Qué es una puerta o portal? Es una poderosa ventana de tiempo durante la cual pueden percibir más sobre sí mismos y sobre su mundo. Es un tiempo en el que se puede conectar de manera más tangible con el espíritu y las fuerzas benevolentes invisibles, recibiendo intuiciones útiles respecto a la dirección de sus vidas. Es un tiempo en el cual tienen niveles expandidos de ayuda al avanzar a través de sus obstáculos y al despejar viejos asuntos que ya no les sirven.
De esta forma, el año tiene cuatro puertas que coinciden con la cuatro estaciones del año, cuando el Sol, en su lento caminar por el cielo, cruza los equinoccios y los solsticios.

La primera puerta coincide con el equinoccio de marzo (otoño en el sur, primavera en el norte) y se denomina "Puerta de Inicio"; ello debido que en ese momento reinicio el ciclo del sol en los signos zodiacales en el cero grado de Aries.

Es una época de inicios, de siembra. El estado cósmico de esa puerta era utilizado por los antiguos astrólogos para prever la situación social de ese año nuevo solar. Actualmente sigue siendo una herramienta de predicción muy utilizada en astrología.

La segunda puerta del año se conoce como "Puerta de los hombres hacia su divinidad", y según las creencias helénicas, correspondía al solsticio de verano en el norte e invierno el sur y la entrada del Sol en el cero grado de Cáncer (del 21 al 22 de junio). Milenariamente se celebra el renacimiento del sol físico, relacionando todos sus simbolismos con el verano. Se considera que en ese portal, el hombre cierra un ciclo espiritual y se concentra más en lo material, pero utilizando su parte divina (su Dios interno).

La tercera puerta es la del equinoccio del 21 al 22 septiembre en el signo de Libra, y es llamada "Puerta del Tiempo". Sirve de preparación o como fase de transición para la siguiente puerta, cuando la tendencia es hacia una caída de la energía. Por tanto, la Puerta del Tiempo es el momento de cosecha, de recoger lo sembrado en las dos primeras puertas.

 El cuarto y último portal se conoce como “la puerta de los dioses hacia su humanidad”, que coincide con el solsticio de invierno en el norte y verano en el sur, en el signo de Capricornio (del 21 al 22 de diciembre). Milenariamente se celebra la muerte del sol físico y el nacimiento del sol espiritual, relacionando todos sus simbolismos con el invierno. Es momento de cierre de ciclos y se considera que los dioses están más cerca de la Tierra.

Las puertas que coinciden con el verano y el invierno (segunda y cuarta) , y se relacionan con fases ascendentes y fases descendentes, entendidas como entrada y salida de la "caverna cósmica". En encuetrosastrologicos.com puede leerse lo siguiente:
La fase ascendente implica ascender hacia grados de iniciación o de manifestación del ser interno y la fase descendente con la vía de los padres o antepasados, es el ingreso al mundo manifestado, el estado humano o mundano. En efecto, la caverna cósmica es el lugar de manifestación del ser. 

Después de haber ingresado en estado humano, según el grado espiritual al que el ser haya llegado, saldrá por una u otra de las dos puertas. El ser deberá volver a otro estado de manifestación, lo que estará simbolizado por una nueva entrada en la caverna cósmica. De esta manera, una de las dos puertas es a la vez una entrada y una salida, mientras que la otra es una salida definitiva; pero en lo que concierne al ser espiritual, la salida definitiva es precisamente la meta final, de modo que el ser que ha entrado por la puerta de los hombres, debe emerger si ha alcanzado positivamente esa meta, por la puerta de los dioses.

Escrito por Glenda González 
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