Cambios terrestres





 

La evolución es un hecho natural. Nuestro planeta y todos los seres vivos que habitamos la Tierra seguimos ese ciclo.  Sin embargo, la resistencia al cambio del humano materialista se convierte en un obstáculo que impide ver que formamos parte de un gran sistema universal, sutil y espiritual, que avanza cada vez a pasos más veloces.

UN PROCESO NATURAL


Investigación y revisión: Glenda González



Desde el punto de vista espiritual, mucho se ha escrito sobre los cambios planetarios. Abundan los materiales que enfocan el tema desde perspectivas geográficas, sociales, culturales, históricas y religiosas.

El vínculo entre los cambios planetarios y las profecías mayas es uno de los enfoques más frecuentes, incluyendo el hecho de tomar como fecha de referencia importante el año 2012.


Los seres de luz que están ayudando al planeta en el proceso de evolución coinciden en los mismos planteamientos. De ahí que las canalizaciones sobre el tema y las lecturas que realicemos en cualquier texto o artículo tengan tanto en común.

Estos guías y maestros reiteran que el planeta está vibrando cada vez más rápido. Los científicos, de alguna u otra forma, avalan tal afirmación cuando mediante pruebas y experimentos informan sobre las variaciones de las Ondas Schumann y el magnetismo terrestre, aunado a los fenómenos climatológicos y movimientos geológicos.

Sin embargo, se han tejido muchas leyendas alrededor de estos hechos que inducen a pensar que lo que ocurrirá -y ya está sucediendo- es una especie de cataclismo o el apocalipsis, visión que solo está contribuyendo a crear más formas de pensamiento negativas sobre la Tierra.

Por ello, el mensaje que se quiere transmitir es de positivismo. Ciertamente, la Tierra está pasando a otra dimensión y todos los fenómenos que estamos viviendo tienen que ver con esa realidad.

Nuestro planeta ya está vibrando a un nivel más alto. Lo confirman los científicos cuando señalan que se ha pasado de una escala vibratoria estable (hasta el año 1980 fue de 7,8 hertz o ciclos por segundo) a una medida que ya llega a 12 hertz o ciclos por segundo, lo que origina cambios en nuestros sistemas biológicos que se están sintiendo cada vez con mayor fuerza.

Muchas pruebas demuestran que el aumento de las frecuencias vibratorias del planeta incide en el comportamiento de células, tejidos y órganos, en los niveles hormonales, en los procesos químicos celulares, en la percepción del tiempo, el ritmo cerebral, en la expansión de la conciencia y el flujo de energía vital, e incluso en la actividad del biocampo humano para crear barreras defensivas contra las agresiones del medio ambiente, ya sean físicas o psíquicas.


Este proceso de cambio no es extraño, forma parte de las etapas naturales de evolución a las que debemos acoplarnos al mismo ritmo que lo hace todo el sistema universal.

Las informaciones disponibles sobre el tema reiteran que en los últimos años el sistema solar ha estado acercándose al Cinturón de Fotones, hecho que está provocando alteraciones en todos sus componentes, incluyendo el sol, que pasa por una etapa de reacomodo en sus polos y en sus ciclos, según alertan expertos observadores.

Lógicamente la Tierra no es una excepción dentro del sistema y también se está reacomodando para ese paso por el campo fotónico. Se dice al respecto que "cuando el planeta detenga su rotación y la frecuencia de resonancia alcance los 13 ciclos, estaremos en el campo magnético del punto cero o zona nula."

Para ese momento se predice una inversión de los polos, aunque en verdad se trata de una inclinación de los mismos hacia un punto que facilitará la ascensión planetaria desde el eje magnético en espiral. No obstante, la inversión es real respecto a la posición que tenía el eje hace unos 25 mil años, aproximadamente.

Tal declinación es medida científicamente y se ha determinado que el polo magnético se desplaza hacia el noroeste a una velocidad que oscila entre 16 y 25 Km por año. Los seres de luz anuncian que ese movimiento se acelera cada vez más y ya estamos en el momento clave para la ascensión.

El movimiento del eje magnético terrestre coloca al planeta en la posición correcta para direccionarse hacia Las Pléyades (en la constelación de Tauro), grupo estelar cuyo sol central es Alción, circundado por el cinturón fotónico al que nos acercamos actualmente para el cambio dimensional.


El inconstante campo magnético de la Tierra
 Desde hace mucho tiempo los científicos saben que el polo magnético se mueve. James Ross localizó el polo por primera vez en 1831, tras un agotador viaje por el ártico durante el cual su barco quedó encallado en el hielo durante cuatro años. Después de él, nadie regresó al polo hasta el siglo siguiente. En 1904, Roald Amundsen encontró el polo de nuevo y descubrió que se había movido -- al menos 50 km desde los días de Ross.

El polo siguió moviéndose durante el siglo XX en dirección norte a una velocidad de 10 km por año, acelerando últimamente "hasta 40 km anuales". A este ritmo abandonará Norte América en busca de Siberia en unas pocas décadas.

El campo magnético de la Tierra también está sufriendo otro tipo de cambios: las agujas de las brújulas en África, por ejemplo, oscilan casi un grado por década. Y globalmente el campo magnético se ha debilitado un 10% desde el siglo XIX.

Escrito por Glenda González 
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